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¿COVEXIT o COVIN? 

Con diferencia de días o de algunas semanas aproximadamente, la humanidad se vio inmersa en una situación sin precedentes. Inicialmente, quizás, no le dimos la debida importancia también nos imaginábamos que al poco tiempo veríamos la luz nuevamente, la normalidad y regreso a nuestras rutinas. Entonces, empezamos a escuchar mensajes menos esperanzadores para nuestra predispuesta y ajustada imaginación de lo que estaba pasando, comenzamos a darle un valor a las cifras de contagios, a los casos graves y a las muertes; las fechas se fueron desplazando, la preocupación aumentando y la ilusión se fue desvaneciendo. Llegamos a cuestionarnos si lo que estaba sucediendo era real o si no era algo exagerado. 

Pasan los días y los meses: ¿llegará una vacuna milagrosa? ¿Llegarán nuevas cepas del virus? No sabemos con exactitud donde estará el punto final. La situación se ha vuelto una rutina más: la rutina de sumar contagiados, aislados y contar decesos diariamente con una dinámica similar a la escuchar el pronóstico del tiempo cada día. 

¿EN QUÉ FASE VAMOS? 

 Es increíble y complicado manejar la realidad de los acontecimientos con las expectativas de la gente (algunos países son la excepción, ya lo sabemos). Los gobiernos tratan de buscar una equilibro entre la probabilidad y la posibilidad como equilibristas con precoces habilidades intentando cruzar la arena del circo, pero a 50 metros de altura y sin red de contención. 

Con toda la voluntad de dar un mensaje esperanzador, se nos informa que vamos a iniciar un tránsito a la normalidad: vamos a tener fases, donde iremos acercándonos a una futura, supuesta y deseada nueva normalidad. Pero la realidad no ayuda, porque los resultados son opuestos al deseo colectivo y porque nos alejamos de la lógica deseada constantemente. 

Es sumamente difícil asimilar los distintos grupos de nuestra comunidad. Somos una sociedad heterogénea con situaciones muy disimiles, realidades distintas e injustas en la mayoría de los casos, salpicados por las necesidades y avatares de nuestras vidas, legados, contextos socioculturales y económicos. La homogeneidad a la hora de tomar decisiones políticas no es sencilla para dirimir cuál es el bien para todos. Seguramente, el común de nosotros no nos lleguemos a dar cuenta, pero es preocupante y pone de relieve la pobreza intelectual y la profundización de los contextos que tiene cada país por parte de nuestros gobiernos y políticos. Da preocupación y un poco de vergüenza ajena escuchar que muchas veces nos digan “esto no estaba pensado”, porque se supone que quienes lo dicen son aquellos que se preparan para conducir los destinos de una nación y de una sociedad, medir los riesgos y prever los hechos para evitar las consecuencias.  

DESPROTEGIDOS POR NUESTROS PROTECTORES 

 Fue profundo y alarmante haber visto un país como los Estados Unidos, autodenominados guardianes del mundotan desprotegido y no estando preparados en el comienzo ni si quiera para hacer test a sus propios ciudadanos en plena explosión del virus 

La pandemia puso al relieve no sólo la miseria de los colectivos más desprotegidos, sino que además colocó sobre la mesa una real escasez estructural política que existe en muchos de nuestros dirigentes y tradiciones de gobierno. En el contexto donde el resultado final del lockdown dejará millones de desempleados, familias destruidas, pequeños, medianos empresarios y emprendedores acabados, muchos seres sin escrúpulos con afanes de interés personal están a la orden del día, participando o dirigiendo los destinos de una nación. 

No deja de ser llamativo, pero además doloroso, que en todo este contexto grave donde se han puesto en riesgo millones de vidas existan algunos directivos de las administraciones públicas que están viendo cómo sacar partido, obtener réditos personales (la palabra corrupción quedaría pequeña para ellos), aprovechando las urgencias de nuestros gobiernos y administraciones públicas que intentan cubrir casi de manera desesperada, lo que se tendría que haber previsto y organizado como un planificación esencial y básica dentro del programa gubernamental.  

APRENDAMOS DE LAS CONSECUENCIAS 

El COVEXIT dejará finalmente grandes consecuencias y enseñanzas. En primer término, muchas negativas con graves secuelas socio-económicas que tendremos que sostener y superar. También, dejará algunas positivas a las generaciones actuales y que serán nada más y nada menos las de demostrar las capacidades que tenemos los seres humanos de sobreponernos, reinventarnos y tomar impulso para superar las situaciones. Sin embargo, destaco como mayor enseñanza la necesidad de aprender a exigir verdaderamente a nuestros líderes que asuman el compromiso real por entender a sus pueblos despojados de intereses personales, promoviendo una justicia plena e imparcial, verdadera vocación para gobernar y proteger al pueblo en base a la salud, la educación y la equidad. Los países más adelantados del planeta lo han logrado sin necesidad de caer en actitudes y doctrinas falsas, populistas o demagogas. Lo han conseguido respetando, entendiendo y escuchando a su nación. 

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